PNEUMOCISTIS
Pneumocystis jirovecii es un hongo patógeno oportunista, considerado
erróneamente un protozoario hasta 1988 cuando el análisis de ARN ribosomal lo
situó en el reino fungi, debido a la similitud de la secuencia de nucleótidos
de los genes que codifican para el ARN ribosomal, sus enzimas principales y las
proteínas mitocondriales. Fue observado por Carlos Chagas en pulmones de cobayo
en 1909, y descrito un año después por Antonio Carini en pulmones de rata.
Recibe su nombre actual en 1951 relacionó el patógeno con la neumonía de niños
prematuros y desnutridos.
Es
una enfermedad cosmopolita y afecta principalmente a pacientes
inmunocomprometidos, sobre todo a aquellos infectados por el virus de la inmunodeficiencia
humana (VIH), y a personas con cualquier otra causa de inmunodepresión, como la
relacionada con desnutrición, quimioterapia, trasplantes y terapia
inmunosupresora. Además, la infección por P. jirovecii puede ser la primera
manifestación de la infección por VIH en 20% de los casos, como en el caso
clínico comunicado; incluso, se ha documentado que puede formar parte de la
infección primaria por VIH cuando existe depresión marcada de linfocitos T
CD4. Aunque usualmente el hongo se
encuentra restringido a los pulmones, se ha demostrado su presencia en órganos
como ganglios linfáticos, bazo, hígado, médula ósea y corazón.
EPIDEMIOLOGÍA
Se han
registrado casos de neumonía por P. jirovecii (PCP) en todos los
continentes, excepto en la Antártica. Es un hecho la alta frecuencia de la PJP
en personas inmunodeprimidas cuyo recuento celular de CD4 es menor a 200
células/mm3.
Durante los
primeros años de la epidemia de SIDA se estima que existían 20 casos de PCP por
100 personas/año; sin embargo, durante la última década, con la introducción de
la terapia antirretroviral, la incidencia de la neumocistosis ha disminuido y
ahora se estima en 10 casos por 100 personas/año, 50 % de los cuales se
encuentran infectados por VIH.
AGENTE ETIOLÓGICO
Pneumocystis jirovecii es
un hongo ubicuo, unicelular, extracelular, que difícilmente se desarrolla en
cultivos celulares y no es cultivable en medios sintéticos. Muestra marcado
estenoxenismo, es decir, existe una alta afinidad entre el hospedero y el microorganismo
parásito. Una característica estructural de interés y que lo diferencia del
resto de los hongos, es la presencia de colesterol en la membrana celular. La
ausencia de ergosterol explica su resistencia natural a la anfotericina B y a
los azólicos.
Morfología - En P. jirovecii se distinguen principalmente dos morfologías: formas quísticas (quiste/asca) redondeadas de 4 - 6 µm de diámetro, de pared gruesa rica en beta-1,3 D glucano, que contienen hasta ocho formas tróficas (trofozoíto/ascospora) ameboides, mononucleadas, de 2 - 8 µm de diámetro, con filópodos - prolongaciones finas de su citoplasma, pero sésiles . Aunque el proceso de transición entre ambos estados incluye otras formas, éstas son consideradas secundarias. La microscopia electrónica de transmisión ha permitido distinguir tres tipos sucesivos de formas quísticas: precoz, intermediaria y tardía, las que pueden ser reconocidas según el número de núcleos, de 1 a 8 y la estructura de su pared celular. Se ha observado la formación del complejo sinaptonémico en el núcleo de las formas quísticas precoces, característica que apoya la existencia de un ciclo sexual(M. C. Evelyn Zorrilla
Salazar, Dra. en C. Laura Rosio Castañón Olivares,Dra. en C. Biomed. Francisca
Hernández Hernández, 2015)
Morfología - En P. jirovecii se distinguen principalmente dos morfologías: formas quísticas (quiste/asca) redondeadas de 4 - 6 µm de diámetro, de pared gruesa rica en beta-1,3 D glucano, que contienen hasta ocho formas tróficas (trofozoíto/ascospora) ameboides, mononucleadas, de 2 - 8 µm de diámetro, con filópodos - prolongaciones finas de su citoplasma, pero sésiles . Aunque el proceso de transición entre ambos estados incluye otras formas, éstas son consideradas secundarias. La microscopia electrónica de transmisión ha permitido distinguir tres tipos sucesivos de formas quísticas: precoz, intermediaria y tardía, las que pueden ser reconocidas según el número de núcleos, de 1 a 8 y la estructura de su pared celular. Se ha observado la formación del complejo sinaptonémico en el núcleo de las formas quísticas precoces, característica que apoya la existencia de un ciclo sexual
TRANSMISIÓN
El modo de
transmisión de P. jirovecii ha sido un aspecto interesante y no menos debatido
en la epidemiología de este microorganismo a lo largo de varias décadas, aún no
ha sido esclarecido. Dos
hipótesis fundamentales se han planteado: la reactivación de un foco latente
del microorganismo en el cuerpo humano o la adquisición reciente de la
infección. En la actualidad, gracias a evidencias moleculares, los estudios
abogan por la adquisición reciente más que por la reactivación de una infección
latente. Como consenso general se considera que la forma de transmisión más
importante de P. jirovecii es directa entre individuos y por
vía aérea. (UNIVERSIDAD DE SEVILLA INSTITUTO DE MEDICINA TROPICAL "PEDRO
KOURÍ".Enrique Calderón Sandubete,Yaxsier de Armas Rodríguez,Virginia
Capó de Paz, 2011)
Se ha propuesto un modelo de transmisión
similar al de Mycobacterium tuberculosis: la vía aérea como
vehículo considerando que las ascosporas (formas tróficas) del parásito, pueden
ser expulsadas mediante gotitas de Flügge por el paciente infectado. La
transición de la forma trófica a quística es un paso clave en la proliferación
de este hongo, ya que son las formas quísticas las que han demostrado ser los
propágulos infecciosos y transmisores de la enfermedad, por vía aérea.
La transmisión vertical transplacentaria de P. oryctolagi ha sido demostrada en conejos y recientemente se ha publicado, mediante evidencia exclusivamente molecular, la existencia de transmisión transplacentaria en humanos.
La transmisión vertical transplacentaria de P. oryctolagi ha sido demostrada en conejos y recientemente se ha publicado, mediante evidencia exclusivamente molecular, la existencia de transmisión transplacentaria en humanos.
FISIOPATOLOGÍA
Pneumocystis
jirovecii tiene un ciclo reproductor bifásico, con una forma asexual
o trófica y otra forma sexual o asca,
infecta y reside casi exclusivamente en la superficie de los alveolos
pulmonares en donde las formas tróficas, a través de sus filópodos e integrinas
(glicoproteínas) del hospedero, se adhieren específicamente a los neumocitos
tipo I y se nutren del líquido alveolar y otras células. Se ha reconocido al
1-3-beta-D-glucano como el principal componente de la pared de P. jirovecii,
importante en la generación de una respuesta inflamatoria pulmonar en el huésped infectado. Al
desarrollarse el proceso infeccioso, la adherencia de la forma trofica al
epitelio alveolar se facilita con la presencia de fibronectina, vitronectina y
receptores de manosa, desencadenando una serie de vías inflamatorias selectivas
de cinasas que resultan en la quimiotaxis de neutrófilos, macrófagos alveolares
y linfocitos T CD4 para contrarrestar la agresión. En ésta participa el
factor de necrosis tumoral alfa (TNF-_) estimulando la producción de
interleucina 8 (IL-8), interferón gamma (IFN-y), y y otras citocinas, que
potencian la respuesta inflamatoria y reclutan células por efecto
quimiotáctico.
Debido
al bajo conteo celular de linfocitos T CD4 ,se genera una respuesta inflamatoria no controlada y la
falla en la fagocitosis por los macrófagos alveolares, favorece la liberación
de proteasas, proteínas catiónicas y oxidantes capaces de lesionar el tejido
pulmonar, lo que produce engrosamiento de los septos alveolares, edema
intersticial e incremento de la permeabilidad alveolo-capilar. Esto culmina en
la génesis de daño alveolar difuso, con formación de un exudado alveolar
espumoso, compuesto por microorganismos, membranas celulares degeneradas,
factor surfactante y proteínas con repercusión secundaria del intercambio
gaseoso. En casos graves y sin tratamiento, el paciente ´manifiesta
hipoxemia incremento del gradiente alveolo-arterial de oxígeno, alcalosis
respiratoria y progresión de la
insuficiencia respiratoria un desenlace
fatal.
MANIFESTACIONES
CLÍNICAS
Formas
de presentación
El
cuadro clínico suele ser de evolución subaguda e insidiosa (3 a 4 semanas).La
neumonía por Pneumocystis puede resultar difícil de identificar y un verdadero
reto si se pretende diagnosticarla solo por la clínica del paciente, porque
diferentes infecciones comparten signos y síntomas similares a la
PcP.Atendiendo a la edad y a la enfermedad de base responsable de la
inmunodepresión, clásicamente se han diferenciado cuatro formas clínicas de
infección por Pneumocystis: asintomática; infantil o neumonía intersticial de
células plasmáticas; neumonitis esporádica niño-adulto de pacientes
inmunocomprometidos; e infección extrapulmonar. A estas hoy día habría que
añadir la PJP asociada al síndrome de reconstitución inmune.
SÍNTOMAS Y SIGNOS
La PJP se presenta casi siempre con fiebre,
tos y disnea de esfuerzo. La tos
normalmente es seca y no productiva. La disnea al inicio es a esfuerzo
moderado, por lo que puede pasar inadvertida y progresar de modo gradual. La
fatiga es una de las principales quejas en los pacientes con infección, mientas
que el dolor torácico, los escalofríos y la sudoración nocturna son menos
frecuentes. La hemoptisis también se ha registrado en los pacientes aquejados
por esta infección. Por otra parte, la exploración clínica puede mostrar
taquicardia, cianosis, y crepitantes finos en la auscultación de los afectados.
La presentación clínica de la PJP difiere en sus características entre
individuos con infección VIH de aquellos inmucomprometidos por otras razones.
De manera general los pacientes con infección por VIH presentan un desarrollo
subagudo con síntomas más prolongados de la infección; típicamente incluyen el
establecimiento de tos seca y disnea con fiebre o sin esta de 1 a 2 semanas de
evolución. En el examen físico puede apreciarse taquipnea, taquicardia y, en
ocasiones cianosis; pero la auscultación torácica en general es normal,
presentándose a veces algunos sibilantes. La presencia de hipoxemia
desencadenada con el ejercicio es otro elemento presente en este tipo de
sujetos. Hasta 27 % de los individuos con infección por VIH que desarrollan PcP
pueden presentar una insuficiencia respiratoria que requiera ventilación
mecánica.
Por otro lado, en los pacientes sin infección por
VIH, la enfermedad tiene un inicio más rápido, con pocos días de evolución
clínica y mayor gravedad, caracterizada frecuentemente por hipoxemia
importante. La intensidad puede ser tal, que ocurra un cuadro clínico
fulminante, principalmente observado en pacientes con trasplante de órganos.
De forma poco común, Pneumocystis
jirovecii puede diseminarse desde pulmones a otros órganos e inducir
lesiones secundarias viscerales. Se afectan con mayor frecuencia: ganglios
linfáticos, bazo, hígado, corazón y médula ósea, aunque este patógeno se ha
encontrado también en cerebro, páncreas, timo, tiroides, retina, coroides, oído
externo y medio, apéndice y piel. Las lesiones extrapulmonares son en general
nodulares, que evolucionan hacia la necrosis y calcificación, que pueden
evidenciarse en algunos casos, mediante tomagrafía axial computada. Entre 2 y 3
% de los pacientes con infección por VIH y PJP pueden desarrollar neumocistosis
extra-pulmonar que, por otra parte, resulta excepcional en individuos
seronegativos al VIH.
ESTUDIOS DE LABORATORIO
Los
exámenes de laboratorio convencionales no suelen correlacionarse con el
diagnóstico de alteraciones secundarias
al padecimiento. Aun así, se debe
solicitar una citometría hemática en busca de alteraciones de los leucocitos,
tanto en su recuento total (leucocitosis o leucopenia), como en el análisis
diferencial, que orienten hacia procesos infecciosos bacterianos (desviación a
la izquierda) o virales (desviación a la derecha). La disminución importante
del recuento absoluto y porcentual de linfocitos refuerza la sospecha de la
inmunodepresión.
Gasometría arterial. Se realiza para documentar hipoxemia. La disminución de la presión
parcial de oxígeno (PaO2 ), además de orientar el diagnóstico, permite calcular
el gradiente alveolo-arterial de oxígeno (gradiente A-a). Conocer la PaO2 y el
gradiente A-a del paciente es importante para normar la conducta terapéutica,
pues determinan la severidad de la neumonía por Pneumocystis jirovecii, de modo
que la disminución importante de la primera (PaO2 < 70 mmHg) o el incremento
significativo del segundo (gradiente A-a>35 mmhg) son factores usados como
referencia para el inicio temprano del tratamiento con corticoesteroides. Sobra recalcar el papel
fundamental del análisis gasométrico para el comienzo oportuno de la
ventilación mecánica. Algunos autores documentaron la
relación entre los valores de LDH y la supervivencia de los pacientes con
neumocistosis, observando que los que tenían valores incrementados de LDH o que
se elevan durante el tratamiento tienen peor pronóstico y mayor mortalidad.
Recientemente, en una revisión sistemática y metanálisis se documentó que la
precisión diagnóstica de SHJ\HU[PÄJHJP}UKL`-D-glucano es incluso mayor para
identificar neumonía por Pneumocystis jirovecii que las infecciones fúngicas
invasivas por Candida o Aspergillus.
ESTUDIOS DE IMAGEN
RADIOGRAFÍA DE TORAX
El espectro de manifestaciones radiológicas
es amplio e incluye imágenes de lesiones unilaterales o localizadas,
consolidaciones lobares, lesiones nodulares o cavitarias, neumotórax y, más
raramente, afección de ganglios linfá- ticos y derrame pleural.
Entre
10 y 30% de los casos puede mostrar una radiografía sin alteraciones. Se ha
reportado que entre 5 y 34% de los casos puede evidenciar lesiones con paredes
fina o e dos en los lobulos superiores Estas lesiones predisponen a la
aparición de neumotórax, no sólo al momento del diagnóstico sino
permanentemente, porque pueden, incluso, incrementarse durante el tratamiento y
lograr persistir a pesar del alivio de la neumocistosis.
Microbiología e histopatología
Pneumocystis jirovecii es un microorganismo
micótico atípico, porque no se ha logrado aislar en medios de cultivo in vitro.
Además, tiene respuesta terapéutica a fármacos como trimetoprim-sulfametoxazol
y pentamidina y su pared celular contiene colesterol en lugar de ergosterol
(por lo que es resistente a la anfotericina B.
Ante la falta de facultad para cultivo in vitro, la base para el
diagnóstico de la neumocistosis es la visualización del patógeno en muestras
respiratorias y el lavado broncoalveolar, el esputo espontáneo o inducido y la
biopsia transbronquial son las muestras clínicas más utilizadas.
El
examen directo muestra exudados espumosos con morfología microscoópica en panal
de abejas, permite un diagnostico fiable , accesible y de bajo costo, el uso de
tincionnes resulta sumamente útil en la identficaci´n de Pneumocystis.
Inmunofluorescencia directa Se identificó al
microorganismo empleando anticuerpos monoclonales marcados con fluorusceína,
específicos contra determinantes antigénicos de la ared de las formas troficas
y ascas de P jirovecii. . La técnica tiene sensibilidad cercana a 100% y
especificidad de alrededor de 96% en
pacientes con VIH y neumocistosis, por lo que representa el patrón de
referencia para el diagnóstico de neumonía por Pneumocystis jirovecii. Como
desventajas, podemos mencionar que es una herramienta más costosa y demorada
que las técnicas de tinción convencionales, puede arrojar falsos positivos por
reacciones cruzadas con antígenos de Aspergillus sp y paracoccidioides
brasiliensis.
La utilización de técnicas de biología
molecular como herramienta diagnóstica ha permitido detectar la presencia de
este hongo en individuos que se encuentran solamente colonizados por el
microorganismo. Esta colonización, observada en diversos grupos de población,
puede actuar como un reservorio del hongo para el ser humano. Varios estudios
también han demostrado la presencia de P.
jirovecii con mutaciones asociadas a resistencia a
sulfamidas en pacientes colonizados; éstos podrían transmitir este genotipo
mutante a individuos susceptibles al desarrollo de una PCP (Gustavo Wissmann ab, , Ruben Morilla b, Vicente Friaza b, Enrique
Calderón b, Jose M. Varela b, 2010)
Diagnóstico diferencial
Infecciones
respiratorias por citomegalovirus, tuberculosis, micobacterias atípicas,
coccidiodomicosis, criptococosis e histoplasmosis
TRATAMIENTO
Abordaje de la
neumocistosis
Antimicrobianos.
El esquema de elección para el tratamiento de la neumonía por Pneumocystis
jirovecii, independientemente de la severidad, es trimetoprim-sulfametoxazol
(TMP-SMX),21 en dosis de 15 a 20 mg/kg de peso de trimetoprim, dividiendo la
dosis total calculada en tres o cuatro tomas al día. Tiene la ventaja de ser un
fármaco efectivo, disponible y de bajo costo, en presentación oral e
intravenosa. La duración recomendada para el tratamiento es de 21 días seguido
de profilaxis secundaria. (JORGE ADÁN ALEGRÍA, NANCY MÁRQUEZ , CLAUDIA VÁZQUEZ, ARIEL ESTRADA,
EURÍDICE ROBLES, JOSÉ CONDE, 2015)
PREVENCIÓN
Todos los
pacientes con VIH incluyendo mujeres embarazadas que presenten un recuento
celular de CD4 menor a 200 células/mm3, deben recibir profilaxis para P. jirovecii. El fármaco de elección es
TMP/SMX; la tasa de protección está entre 89-100%. Este medicamento tiene
efecto dual, ya que es útil en la prevención de otras infecciones en pacientes
con VIH, como la toxoplasmosis cerebral.
El esquema profiláctico de primera línea es: TMP-SMX 160/800 mg 3 veces por semana; otra alternativa es la dapsona, 100 mg/día.
La profilaxis puede ser suspendida de manera segura, siempre y cuando, se mantengan niveles de CD4 mayores a 200 células/mm3 durante tres meses consecutivos.
El esquema profiláctico de primera línea es: TMP-SMX 160/800 mg 3 veces por semana; otra alternativa es la dapsona, 100 mg/día.
La profilaxis puede ser suspendida de manera segura, siempre y cuando, se mantengan niveles de CD4 mayores a 200 células/mm3 durante tres meses consecutivos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario